(Carles Novellas ha tenido a bien colaborar con este follón de Blog y lo hace con una estupenda entrada sobre los Lounge Lizards de John Lurie, uno de aquellos grupos que dignifican el legado musical de la década de los 80. Gràcies, Carles!)
The Lounge Lizards
"The Lounge Lizards"
(EG Records, 1981)
La figura de John Lurie resulta irresisitible por su carácter poliédrico y por haber representado durante los ya lejanos 80 la viva imagen de lo que entendemos como cool: downtown neoyorkino, jazz, camiseta imperio y tirantes, cine, arrogancia, cigarrillos... Tras haberlo descubierto en "Down By Law" y "Stranger Than Paradise" -en las que Lurie, como tantos otros no-actores utilizados por Jarmusch en sus películas, se interpretaba a si mismo- y haber escuchado parte de su música tanto en solitario (la banda sonora de "Down By Law", precisamente) como con los Lounge Lizards, me olvidé de él. Como casi todo el mundo, en realidad.
Hasta que hace apenas unos meses mi amigo Gorka me pasó los capítulos completos de la muy delirante "Fishing With John", serie de culto en la que nuestro hombre se va de pesca con colegas de la talla de Tom Waits, Jim Jarmusch, Dennis Hopper, Matt Dillon y Willem Dafoe, y lo filma en míticas cápsulas televisivas de apenas 30 minutos. Al ver el primero de estos episodios (el de Jarmusch y el tiburón azul de Montauk) de golpe volvieron, inevitablemente, las imágenes del Lurie primigenio, ese saxofonista jazz de vocación experimental y mirada hastiada, y el recuerdo difuso de The Lounge Lizards y su primer disco, fechado en 1981, con esa portada tan atractiva y premeditada, que a mi me recordaba a los veteranos periodistas cascarrabias de "Primera Plana", de Billy Wilder. También aparecieron, ante mi insaciable curiosidad rayana en el verdulerismo, las noticias que ya había medio leído en su momento que nos hablan del Lurie de hoy, un hombre perdido, tristemente enfermo y obsesionado por el acoso de un ex-amigo pintor con el que compartió casa, tragos de whisky y largas partidas de ajedrez (más detalles de esta inquietante historia aquí y aquí).
Y volvieron, claro, las ganas irrefrenables de escuchar otra vez, y con oídos nuevos, ese jazz noir, barriobajero y a ratos caótico -entre Albert Ayler y Bernard Hermann- de sus elegantes lagartos de salón. Junto a Lurie están en este debut homónimo su hermano Evan, al piano; Steve Piccolo, al bajo; y dos músicos de la talla de Anton Fier (batería de los Golden Palominos y ex-miembro de The Feelies) y Arto Lindsay (guitarrista clave de la no-wave al frente de DNA). Más tarde se le unirán otros muchos instrumentistas de primera fila (Marc Ribot y John Medeseki entre ellos) y habrá otros álbumes de los Lizards, tanto de estudio como en directo. Especialmente recomendable es "Voice of Chunk", de 1989. Pero su trabajo más emblemático y admirado sigue siendo este superlativo primer álbum, un disco-joya cuyos destellos brillantes se suceden sin pausa ante nuestros atónitos oídos: los arañazos sangrantes de Lindsay en "Ballad"; el ritmo ultra-trepidante de "I Remember Coney Island"; la fluidez y el swing, un poco a lo Henry Mancini, de "Conquest of Rar"; el bop reinterpretado de "Well You Needn't" (la primera de las dos versiones de Thelonious Monk que se incluyen en el álbum); el piano de puro cine negro en el arranque de "Incident On South Street"; los quiebros inesperados de "Au Contraire Arto"... Música entre la academia y el punk, que llega directa y pega duro al alma y al estómago, que fluye en su espíritu free y que queda como una muestra de lo que el jazz puede y debe ser y significar para cualquiera que tenga las orejas bien abiertas.
Lurie
Lurie