Tributo a Jerry Boys


Rubén González
"Introducing..."
(World Circuit, 1997)

Hace poco terminé de leer "Bicicletas Blancas", de Joe Boyd, en el que el productor norteamericano rememora distintos episodios de su carrera que tuvo la fortuna de compartir con gente como Hendrix, Fairport Convention, Nick Drake o The Incredible String Band, entre muchísimos otros. Una lectura muy agradable que me ha dejado con ganas de escuchar muchos discos que conozco de pasada o con los que directamente no he tenido ningún contacto. En fin. En las páginas finales del libro Boyd habla de su relación con Nick Gold, el capo del sello londinsense World Circuit, responsables del lanzamiento internacional de algunos de los mejores artistas que han salido del denominado Tercer Mundo (primero, si evaluamos su contribución a la historia de la música popular): Ali Farka Toure, Orchestre Baobab o el proyecto Buena Vista Social Club. Al analizar el impacto y popularidad que obtuvo este disco que capitaneó con mano maestra el músico californiano Ry Cooder, Boyd comenta que gran parte del éxito reace en el técnico de grabación, Jerry Boys, y su destreza a la hora de grabar música en vivo a través de consolas analógicas. Boyd llega a decir que si este disco lo hubiera grabado otro ingeniero no hubiera tenido la mitad de éxito (nunca lo sabremos). No es que sea muy tiquismiquis con el asunto de la calidad de las grabaciones (he escuchado demasiados discos de Dinosaur Jr, supongo), pero sí que me habían llamado la atención lo condenadamente bien que suenan los discos de Ali Farka Toure y, sobretodo, Buena Vista Social Club, que eran los discos que conocía en los que había intervenido la mano maestra de Jerry Boys. A raíz del comentario de Boyd me puse a investigar en la red (inserte su comentario de alabanza a las posibilidades que nos brinda el uso de las nuevas tecnologás aquí) y últimamente me estoy dando un verdadero festín sensorial. Y es que los discos grabados por Boys suenan en tres dimensiones. Ya llevo unos cuantos y los vamos a ir poniendo por aquí.
El primero es el de Rubén González, un músico que ya tenía una larga y exitosa carrera musical a sus espaldas cuando colaboró con el Buena Vista Social Club. Nick Gold, Cooder y Boys quedaron prendados con el veterano pianista y decidieron improvisar la grabación de un disco (que finalmente fue grabado en vivo en dos días!). González vivía en una situación ciertamente precaria para un pianista: no podía tocar su instrumento en casa porque no tenía ninguno! (aunque nadie lo diría escuchando el disco). El resultado es una auténtica maravilla, un verdadero viaje al pasado de la música cubana (que supongo que forma parte ineludible del presente, porque como dice Boyd, Cuba ha permanecido en una espcie de burbuja temporal que ha posibilitado la supervivencia de este tipo de sonidos). Standards de la música cubana de tintes lounge y jazz se entremezclan con unos cuantos originales del propio Gonzalez, dando como resultado un disco soberbio. La excelente labor de recording de Boys añade profundidad y amplitud a la música que estos veteranos músicos cubanos interpretan con maestría.

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