Old school vs New school


Hoy he leído una carta al editor en el último ejemplar de The Wire (Deerhof en la portada) que me ha hecho pensar. Qué impulsos guían la elección del próximo disco en escucha? Y, aplicado al blog, qué discos elegir para incluir en una entrada? Old School? New School?
Últimamente he estado escuchando novedades que me han dejado un excelente sabor de boca (como cuando acabas de comer la última gamba de un plato de alubias con gambas, ese mismo sabor). Los discos de Atleta, Pony Bravo, Dirty Beaches y Woodsman hacen que valga la pena pasar por el calvario que supone ser un aficionado a la música en la actualidad. Normalmente -esto es así- el aficionado medio no tiene una racha de buenas cartas como éstas. Demonios, uno abre las páginas del Mondo Sonoro y le dan ganas de destruir y de matar. Admitámoslo, no es que haya muchos grupos, es que hay demasiados grupos. Podrían existir el 25% de los grupos que existen en la actualidad y seguiría habiendo demasiados grupos.
Otras semanas he estado eligiendo (no con una voluntad consciente sino al buen tuntún, como normalmente hacen las cosas los Cáncer como yo) discos antiguos que:
a) No conozco de nada (blues polvoriento y comatoso)
b) Conozco tangencialmente pero quiero conocer con mayor profundidad (África, kraut rock)
c) Conozco realmente bien y sé que me van a poner la piel de gallina y me van a hacer levantar del sofá ("Beaster" de Sugar, The Minutemen, Hot Snakes, Melvins)

En este momento la sabiduría oriental sacaría a relucir la idea del yin y el yang (Joaquín Arozamena, presente) y nos la restregaría por la cara, con clara voluntad de ejercer la superioridad moral y espiritual habituales entre la gente con túnica: Siempre hay que aspirar al equilibrio. A la hora de poner discos, Confucio pondría "Doc At The Radar Station" de Captain Beefheart y, a continuación, uno de Hype Williams. Normalmente ya me cuesta bastante decidir qué comeré esta noche (Harvey Pekar, presente), así que cuando tengo que elegir qué disco poner en el plato intento captar bien qué es lo que me está pasando por los c***nes en ese preciso instante y ése es el disco afortunado. Y os lo tengo que decir: casi nunca decido poner un disco de Van Morrison.